El USS Gerald R. Ford, el buque de guerra más grande del planeta, ya está operando en la región de América Latina y el Caribe como parte de un despliegue militar de Estados Unidos que muchos analistas interpretan como una nueva fase de presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
La Marina estadounidense confirmó que el portaaviones ingresó al área de responsabilidad del Comando Sur pocas semanas después de que se ordenara su traslado desde el Mediterráneo. Washington presenta la operación como parte de una ofensiva contra organizaciones dedicadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental, en la que se han realizado múltiples operaciones contra embarcaciones sospechosas en aguas internacionales.
Venezuela y otros actores regionales advierten que la acumulación de poder militar en la zona puede derivar en una escalada de tensión. Caracas sostiene que el despliegue no es solo antinarcóticos, sino una herramienta de presión directa sobre Maduro, a quien Estados Unidos acusa de liderar una estructura criminal vinculada al tráfico de drogas. El gobierno venezolano niega las acusaciones y denuncia que Washington está “fabricando una guerra” en la región.
En respuesta, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, anunció la activación de un despliegue militar a nivel nacional, con recursos terrestres, navales, aéreos, de misiles y de la Milicia Bolivariana, en “apresto operacional” frente a la presencia de la flota estadounidense en aguas cercanas.
¿Qué representa el USS Gerald R. Ford?
El Gerald R. Ford es la joya tecnológica de la Marina estadounidense: un portaaviones de propulsión nuclear de más de 335 metros de eslora, capaz de desplazar alrededor de 100.000 toneladas y operar con unos 5.000 efectivos a bordo, además de decenas de aeronaves de combate. Entró en servicio en 2017 y está equipado con sistemas avanzados de defensa y lanzamiento de aviones que lo convierten en el centro de un grupo de ataque con enorme capacidad ofensiva.
Con su llegada al Caribe, el mensaje no se limita a las redes de narcotráfico: reordena el mapa de fuerzas en la región y coloca a Venezuela, de nuevo, en el centro de una partida geopolítica cada vez más tensa entre Washington y sus aliados, por un lado, y los gobiernos cercanos a Caracas, por el otro.









