El papa León XIV afirmó que la Iglesia “necesita renovarse constantemente” para responder a los desafíos actuales y advirtió que la inercia no puede frenar los cambios necesarios, en un discurso pronunciado en Asís ante los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), en lo que fue su primer viaje fuera de Roma.
“El Papa subrayó que una Iglesia sinodal, que camina en la historia y afronta los nuevos desafíos de la evangelización, solo puede hacerlo si se mantiene en renovación permanente. Llamó a evitar que incluso las “buenas intenciones” se conviertan en excusa para no cambiar lo que debe cambiar.
Entre los puntos más concretos, León XIV insistió en la importancia de respetar la norma de los 75 años como edad para la conclusión del servicio de los obispos en sus diócesis, recordando que solo en el caso de los cardenales puede considerarse prolongar el ministerio “posiblemente por dos años más”. Retomó así la expresión de su antecesor Francisco sobre la necesidad de “aprender a despedirse” como actitud de humildad en el ejercicio del poder dentro de la Iglesia.
El pontífice también advirtió sobre el reto del “universo digital” para la misión de la Iglesia. Señaló que es necesario formar a los fieles para habitar los medios digitales “de forma humana”, de modo que internet pueda ser “un espacio de libertad, responsabilidad y fraternidad”, y no un terreno que reproduzca violencia, desinformación o exclusión.
En su mensaje, León XIV vinculó la renovación eclesial con una mayor protección de los menores y adultos vulnerables. Invitó a la Iglesia italiana, duramente cuestionada por su manejo de casos de pederastia, a desarrollar una verdadera “cultura de la prevención” frente a cualquier forma de abuso. Recordó que asociaciones de víctimas, como la red “Rete l’Abuso”, han denunciado en Italia más de 1,100 sacerdotes acusados desde el año 2000 y unas 4,400 víctimas, reclamando una política real de tolerancia cero.
Antes del encuentro con los obispos, el Papa visitó la tumba de San Francisco de Asís, casi a las puertas de los 800 años de la muerte del santo, y definió el momento como una oportunidad para redescubrir la figura de “un gran, humilde y pobre santo” en un mundo que “busca señales de esperanza”. Luego se trasladó a Montefalco para celebrar misa en un monasterio de monjas agustinas y, tras el almuerzo con la comunidad, regresó al Vaticano en helicóptero.
