La congresista republicana Marjorie Taylor Greene, uno de los rostros más visibles del movimiento MAGA, anunció que renunciará a su escaño en la Cámara de Representantes el 5 de enero de 2026, pocos días después de un choque público con el presidente Donald Trump, con quien fue aliada durante años.
En un video difundido en su cuenta de X, Greene afirmó que se niega a seguir siendo una “esposa maltratada” dentro de su propio partido y denunció presiones para alinearse sin cuestionamientos con Trump, incluso en temas donde asegura defender a las víctimas de abuso y a los contribuyentes estadounidenses.
La renuncia llega tras una escalada de tensiones con el presidente, quien recientemente retiró su apoyo, la rebautizó como “traidora” y sugirió respaldar a un precandidato en su distrito. El quiebre se profundizó cuando Greene impulsó la publicación completa de los archivos del caso Jeffrey Epstein, reclamando justicia para las víctimas de abuso sexual, y criticó ciertas prioridades de la agenda internacional de Trump.
Greene, elegida por primera vez en 2020 por el estado de Georgia, se hizo conocida por sus posiciones ultraconservadoras, su afinidad con teorías de conspiración como QAnon y su retórica agresiva contra demócratas y parte de la dirigencia republicana. También fue una de las primeras figuras del Partido Republicano en calificar la ofensiva de Israel en Gaza como un “genocidio”, lo que generó fricciones dentro de su propio bloque.
Su salida supone un movimiento de alto impacto dentro del bloque trumpista en el Congreso. La renuncia se produce en medio de una mayoría republicana ya frágil, por lo que será necesaria una elección especial en su distrito para ocupar el escaño, en un clima de creciente división interna sobre hasta dónde seguir la línea de Trump sin cuestionamientos.
Mientras Greene enmarca su decisión como un gesto de coherencia frente a las presiones del presidente, Trump ha intentado presentarla como una victoria personal, celebrando su salida y atribuyéndola a supuestos problemas de apoyo electoral y liderazgo. Lo cierto es que la renuncia de una de las “estrellas” del MAGA expone las fisuras de un movimiento donde la lealtad al líder tiene un costo político cada vez más visible.
